Hubo una vez una comunidad en donde primaba la unión y el
respeto, dentro de ella destacaban personajes llenos de valores, abiertos al
dialogo, puesto que en esta comunidad se odiaba la violencia, los niños crecían
en un ambiente de paz y tranquilidad, el progreso era su motivación, las ganas
de sacar adelante esta comunidad, su fuerza. Así Perú te soñé un día, tal vez
lo fuiste, no lo sé, la realidad hoy es distinta.
La violencia hoy en día no distingue raza, sexo, clase
social, y mucho menos edad. Hace poco hemos podido escuchar en la noticias como
varios niños son participes de un juego que poco a poco se va haciendo más
popular “La Clave”, jugar a golpearse les ha resultado muy divertido, a pesar de
que este juego ya cobro sus primeras víctimas, no se ha tomado consciencia de
la gravedad del caso.
Muchos padres y maestros saben de la existencia de este
juego, pero no están tomando ninguna medida para evitarlo. Lo que resulta más
indignante es que son niños los que realizan este juego, muchas veces sin
evaluar o ser conscientes de que este comportamiento no es una forma adecuada
de manifestar sus frustraciones, miedos, o simplemente una forma de divertirse.
Pero pongámonos a pensar un poco; como les decimos a los
niños que este comportamiento es “malo” si nuestra sociedad está plasmada de
violencia, día a día se escucha en los medios de comunicación acerca de
asesinatos y abusos, sin que se haga nada por corregirlo y prevenirlo, convirtiéndose
en una forma normal de vida.
Hemos llegado a un punto en el que los niños ya no usan esa
curiosidad ávida de conocimiento y esa imaginación tierna, para elaborar
acciones proactivas, sino que se ha acabado con esa pureza, para que sean
pequeños que pegan y humillan, en donde la fuerza se ha convertido en una mejor
forma de comunicación que el dialogo.
Cambiemos un poco esta realidad, comuniquémonos más con los
niños, escuchémoslos, tienen muchas dudas, no dejemos que se refugien en vicios
o actos violentos, empecemos desde casa, incentivando a la comunicación, generándoles
confianza y no miedo.
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