Cada
etapa de nuestra vida, debe ser considerada como suceso importante, puesto que
en cada una de ellas se suele adquirir nuevas capacidades, se van desarrollando
nuevas habilidades; pero, como no todo es perfecto, también hay algunas
deficiencias y declives, si bien es cierto estos se presentan en mayor o menor
grado de acuerdo a la edad, esto no debe ser un indicador para generar
mayor grado de importancia de una etapa
sobre otra.
En
esta publicación quiero hacer énfasis a dos etapas importantes por las que
pasan las personas; pero, que a pesar de esto, en el Perú, no se les brinda la
debida importancia. Estas son la infancia y la vejez, la primera es una etapa
en la que se empiezan a desarrollar muchas de las capacidades y habilidades que
repercutirán a lo largo de nuestra vida, para que el desarrollo en esta etapa
sea la adecuada, se requiere de la satisfacción de necesidades tanto materiales
como emocionales; la segunda etapa mencionada, viene a ser la consolidación de todas
las habilidades y capacidades desarrolladas a lo largo de nuestra vida, y
también está influenciada por factores emocionales y materiales como cualquier
otra etapa de nuestra vida.
Aun
así se ven en el Perú muchos casos de maltrato y abandono tanto del infante
como del anciano, personas que muchas veces no cuentan con los recursos ya sean
materiales, psicológicos, cognitivos, etc., para poder defenderse ante estas
dificultades. Recordemos que muchos de estos niños representan el futuro del
País; pero, si continúan viviendo dentro
de un hogar en donde solo se genera violencia, y nadie hace nada por detenerlo,
entonces se estará formando un ser que en el futuro habrá adoptado
características de una persona violenta y sin respeto por los valores, que al
ser criado de esta forma, habrá interiorizado que es un hábito normal en la
vida. Por otra parte, también debemos recordar que las personas ancianas son
personas sabias, llenas de conocimientos que merecen ser tratadas con respeto,
y consideración; puede que para muchos brindar un poco de su tiempo a escuchar
a estas personas, puede resultar tedioso y hasta engorroso; sin embargo,
podemos aprender a escucharlas y poder rescatar en cada uno de sus relatos,
conocimientos que nos serán útiles en nuestra vida.
Si
bien es cierto, sería muy utópico pensar que nosotros como jóvenes podemos
detener el maltrato hacia el infante y el adulto mayor; pero, podemos empezar a
realizar acciones que puedan generar conciencia en las personas, e
involucrarlas para que se unan al cambio.
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